Ficha del Pierrot~

Kevin nació justo en la familia Regnard, una de las más famosas dentro de los Uróboros por la cantidad de miembros que aportaban a la secta y el gran poderío que tenían. Los Regnard siempre fueron los principales “exterminadores” , por lo que para mantener la reputación dentro del Uróboros, cada nuevo miembro de la familia era entrenado desde muy temprana edad para poder reconocer y cazar a un vampiro.

Fue por esta razón que a Kevin siempre se le exigió mucho, y desde que tiene uso de razón, su vida había girado en torno a cazar vampiros. Sus padres siempre le inculcaron que aquellos seres eran criaturas despiadadas que sólo querían esclavizar a la raza humana, y ellos tenían que evitar que eso ocurriera, por lo cual debían darles caza hasta exterminarlos.

No obstante, Kevin nunca estuvo en total acuerdo con lo que sus padres le decían, en especial cuando veía como ellos mataban a los vampiros de esa forma sádica y cruel, sin darles posibilidad de defenderse siquiera. Pero él no podía decir nada al respecto, ya que un día, con cinco años recién cumplidos, Kevin le preguntó a su madre que por qué debían cazarlos si al final los malos de la película parecían ser ellos al matarlos de esa forma. ¿La respuesta que tuvo? Una bofetada.

Desde entonces comenzó a temer por su seguridad, ya que no se sentía realmente unido a sus progenitores ni a la secta, pues estos estaban enceguecidos con matar vampiros y el que decía algo en contra de ellos era castigado.

Siempre lo obligaron a asistir a misa, pues los Uróboros pertenecían a un movimiento fuertemente religioso. Pese a esto, gracias a todo lo que veía y el trato que le daban, el niño comenzó a cerrarse más en sí mismo y a suprimir sus emociones. No se creyó nunca el cuento de “erradicar el mal bajo la palabra de Dios”, y nunca creyó en él, ya que si según la religión la gente debía vivir en armonía y ayudar al prójimo, y todas esas babosadas escritas en la biblia, le resultaba absurdamente contradictoria la masacre que ellos hacían “en nombre del señor”.

Acababa de cumplir los ocho años cuando sus padres decidieron que era tiempo de que matara a un vampiro, y lo llevaron al frente de batalla con ellos para darle las instrucciones. El grupo irrumpió en un refugio de vampiros y comenzaron a matar a todos de forma sádica, y no queriendo ver ni ser parte de ello, Kevin corrió hasta internarse por un pasadizo que llevaba a un pasillo subterráneo, un sótano. Allí se encontró a una niña, la cual aún era humana pues no había muerto todavía, pero estaba claro que era hija de vampiros.

Ambos se miraron con curiosidad, con la misma inocencia característica de un niño pese a todos los gritos y el alboroto que se escuchaba arriba. La chica le preguntó con total calma y naturalidad que si venía a matarla, y Kevin le respondió de la misma forma que sí. Pero de inmediato agregó que no lo haría porque le parecía estúpido.

La pequeña niña sonrió ante aquello y se presentó como Emily, extendiéndole su mano y preguntándole que si podían ser amigos. Kevin sonrió con emoción, pues nunca antes había tenido un amigo, y completamente gustoso estrechó su mano mientras se presentaba.

Fue todo lo que pudo hacer, pues la puerta voló de una patada propinada por su padre, quien irrumpió violentamente en la estancia con una metralla en mano y estaca en la otra para ordenarle a Kevin que la matara.

Ya harto de todo aquello, Kevin se giró para encararlo y decirle que no lo iba a hacer, que ella no era ningún monstruo. Pero su padre reacio a escuchar explicaciones, espetó que no se dejara engañar, que en cuanto se diera la vuelta ella lo atacaría y que por eso debía matarla. Justo cuando su padre decidió arremeter contra ella, Kevin se interpuso, y furioso por esto, el Regnard cabeza de la familia decidió castigarlo por desobediencia y traición. Le propinó una fuerte patada en el estómago que le sacó el aire, y antes de que se recuperara, con el filo de la estaca, le sacó el ojo a su propio hijo para que se arrepintiese de sus pecados mientras gritaba y se retorcía de dolor en el suelo.

Cuando llegó su madre a la escena le preguntó histérica al marido por el estado del pequeño, y este le contestó que había sido la vampira. Pese a que Kevin trató de negar el hecho, su madre no lo escuchó, y furiosa, le voló la cabeza a la pequeña y aterrada niña. Esa fue una imagen que Kevin nunca podría olvidar.

Estaba tan shockeado tanto por el hecho como por el dolor infernal, que apenas se percató del contraataque de los vampiros, quienes arrasaron con todo. Uno de los cazadores prendió fuego el lugar, y Kevin fue abandonado a su suerte allí. Decidieron desecharlo cuando su padre gritó que era un traidor y hereje, y pese a los reclamos de su madre, quien quería llevárselo, todos tuvieron que salir antes de que la estructura sucumbiera en medio de las llamas.

Cuando Kevin recobró la consciencia, se encontraba reposando en una cama, en una habitación espaciosa que jamás había visto antes. El dolor punzante de su ojo le recordó lo que había sucedido, y mientras se doblaba de dolor, percibió que no se encontraba solo en aquél cuarto. Dos mujeres se acercaron a él, una rubia y la otra de cabello blanco y ojos de coloración extraña. Esta última le explicó que no tenía por qué preocuparse, que estaba ya a salvo y entonces comenzó a interrogarlo. Pero Kevin continuaba anonadado como para hablar, por lo que la muchacha rubia extrajo del bolsillo de su chaqueta algo quemada un papel que le habían dado sus padres para que matara a un vampiro.

Si había algo en lo que Kevin era bueno, era en reconocer a los seres de la noche, y sabía que ellas dos lo eran. Si leían ese papel, estaba muerto, por lo que sin perder tiempo, saltó de la cama y le arrebató la nota a la rubia para luego comérsela, para sorpresa de las otras dos.

Pensó rápido, y pese a que ya habían mencionado el “Para Kevin”, optó por simplemente ladear su rostro para mirarlas con esa cara de nada y decir de inmediato que se llamaba Xerxes Break, un nombre que acababa de inventarse para salir del paso.

Ese primer encuentro cambió toda su vida, mostrándole un mundo completamente diferente al que estaba acostumbrado. Pese a que eran vampiras, eran muy amables y atentas con él, y permanecieron cuidándolo hasta que sus heridas sanaron. Antes de que se diera cuenta, ya había comenzado a vivir con ellas, puesto que en ningún momento le dijeron algo sobre irse o cosas por el estilo, y en cuanto cayó en cuenta de ello decidió devolverles el favor y trabajar como sirviente en la mansión. Era hasta el momento el menor en todo el castillo, y Maria y Louise lo consentían terriblemente. Poco a poco, Kevin fue cambiando esa actitud seca e inexpresiva y comenzó a comportarse ya como un niño de su edad. Por primera vez se sintió “en familia”, tratándose irónicamente de dos vampiras y él un ex – cazador.

Finalmente, pasados unos cuantos meses, decidió sincerarse con ellas y contarles su pasado y quien era en realidad. Pensó que ellas lo odiarían y lo echarían de la casa, pero para su sorpresa simplemente decidieron aceptarlo como era, puesto que vieron que él no tenía la mente podrida como los otros cazadores.

El tiempo fue pasando, y Xerxes convivía más con Maria, ya que Louise solía irse por mucho tiempo y casi nunca estaba en la casa. Por más que ella lo ocultara, él notaba que se sentía triste porque su hermana se iba, y queriendo hacerla sentir mejor, comenzó a aprender trucos de magia para animarla. Antes de darse cuenta, había cumplido los 17 años y se había vuelto mucho más unido con las hermanas, en especial con la albina, quien le pidió un día que fuese su sirviente oficial y personal. Algo confundido ante la petición, aceptó sin objeción alguna, y desde entonces comenzó a ser su sirviente para todo.

Nunca le molestó aquello, y más bien parecía que estaba gustoso de poder permanecer bajo su mando. No obstante, al ir creciendo, se fue formando gradualmente una brecha que separaba el tiempo en el que eran como “hermanos” y el actual, en el que era su joven sirviente. La relación cambió, no para mal precisamente, pero era notorio que ya casi no habían rastros de hermandad, sino algo más que no llegaba a concretarse por mantener siempre las máscaras de sarcasmo y diversión que generaban algunas chispas candentes en el ambiente. Eran diferentes las miradas que intercambiaban, y realmente ya no le sorprendió cuando finalmente acabaron en la cama.

Muchas cosas ocurrieron durante los últimos años, entre ellas la apertura del colegio para los hombres tanto vampiros como humanos, y al ser requerida nuevamente la presencia de las hijas Tepes en la academia, él acompañó a Maria para cumplir sus labores de sirviente desde allí, a su lado. Se inscribió como maestro aprovechando el hecho de que conocía muchos idiomas.

Otro de los eventos importantes que ocurrieron en los últimos años fue el hecho de que Xerxes comenzaba a sentirse cada vez con menos capacidad visual, lo cual atribuyó al hecho de que no podía ver bien de noche por la oscuridad, pero pronto descubrió que no era eso, sino su ojo que estaba perdiendo la vista de a poco. Nunca dijo nada al respecto y trató de ocultarlo para que nadie lo notara. Comenzó a usar con más frecuencia su bastón, puesto que de paso se ayudaba a ubicarse con este, y actualmente está tratando de buscarle una solución al problema con ayuda de la doctora de la academia, quien es la única que sabe sobre su estado.